Dios Provee: Construyendo Nuestra Casa
¿Te imaginas tener que construir una casa sin experiencia, dinero ni ayuda? El proyecto de construir nuestra casa fue todo un reto por diferentes razones, y probablemente la principal sería que no teníamos el dinero necesario. En un principio, teníamos la oferta de contar con un equipo que nos ayudaría con la construcción, ya que yo no tenía ninguna experiencia. Además, la casa sería de madera y tendría que estar sostenida sobre postes, no al nivel del piso.
Aunque no teníamos los fondos necesarios, decidimos iniciar el proyecto, pensando en que tal vez podríamos hacer una primera etapa en la que pudiéramos mudarnos a esa casa y vivir ahí, y con el tiempo, mientras fuéramos obteniendo los recursos, completar los detalles que faltaran.
Unas semanas antes de empezar, nos dimos cuenta de que el equipo con el que contábamos para la construcción no podría apoyarnos, ya que gran parte de este grupo estaba por salir a su país de origen para su año de licencia. Así que lo que hice fue contactar a algunos misioneros que ya habían construido su casa en la tribu y empecé a preguntar cuáles eran los materiales básicos para empezar la construcción. Gracias a Dios, siempre hubo algunos misioneros dispuestos a apoyarnos con consejos y, cuando les era posible, nos daban un poco de tiempo para ayudarnos.
La mayoría del tiempo estuve trabajando solo o con uno o dos amigos locales, pero en ocasiones clave del proyecto, gracias a Dios, tuvimos el apoyo de misioneros y muchas personas de la tribu. En algunas ocasiones, incluso gente de otra tribu nos apoyó, como cuando pusimos el piso. Los amigos de Jacob también ayudaron con la construcción.
Conforme avanzábamos con el proyecto, el Señor fue proveyendo lo necesario para continuar con la obra. Recibíamos ofrendas que, en la mayoría de los casos, no sabíamos de dónde venían, pero estaban destinadas específicamente para el proyecto de construcción. También hubo algunas iglesias que se sumaron al ver la necesidad que teníamos, y gracias a Dios, pudimos concluir el proyecto.
La dificultad de no contar con un equipo rápidamente se convirtió en una ventaja, ya que esto nos permitió pasar más tiempo discipulando y haciendo amistades entre los Nakanai. Aunque definitivamente hizo el proceso mucho más lento, algunas veces, al terminar el día, debido a mi falta de experiencia, sentía que algunas cosas no estaban bien hechas. Lo que hacía era buscar un video en YouTube y muchas veces confirmaba que las cosas no se habían hecho correctamente. Cuando esto pasaba, me enfocaba en trabajar el fin de semana solo para poder corregir estos errores.
Definitivamente, el Señor trabajó mucho en nuestras vidas en este tiempo. Fue una carga pesada para toda la familia. Incluso nuestros hijos tuvieron que adaptar su tiempo de escuela en casa, y mi esposa tenía que cocinar para todas las personas que venían a ayudarme. No sabíamos cuántos serían cada día, pero esa es la manera correcta de agradecer en la cultura local. Entonces, si ella veía que llegaban 10 personas, cocinaba para 10. Si llegaba uno, que era la mayoría de las ocasiones, cocinaba para él y para mí.
Nos llevó ocho meses terminar con este proyecto. Pero nuevamente, damos testimonio de la fidelidad de Dios proveyendo los recursos y las personas necesarias para apoyarnos en la construcción. Gracias a Él, pudimos hacer amistades y pasar un tiempo de discipulado en esta nueva cultura en la que estábamos entrando. Definitivamente, el Señor utiliza todas las dificultades para ayudarnos a crecer y depender más de Él, y esto no fue la excepción.