Ninguna oración es desperdiciada.
Debido a que él se inclina para escuchar,
¡oraré mientras tenga aliento!
Salmos 116:2 (NTV)
¿Qué tan reconfortante te parece saber que ninguna de nuestras oraciones es en vano?
Piensa en eso por un minuto. Si esta declaración es verdadera, ¿cómo impactaría nuestras oraciones? ¿No oraríamos más a menudo y con más fervor? Tal vez diríamos: “Señor, sé que me escuchas, así que voy a seguir orando.”
Algo similar expresó el salmista en el Salmo 116:2: “Señor, tú no me escuchas con indiferencia, sino que te inclinas para prestarme atención; por lo tanto, oraré todos los días, todo el tiempo, porque sé que el Todopoderoso está atento a mi voz.” (Mi paráfrasis)
El apóstol Pablo escribió en su carta a los Corintios: “Ustedes también nos ayudaron con la oración, para que muchas personas den gracias a nuestro favor por el don que nos ha sido concedido a través de las oraciones de muchos.” (2 Cor. 1:11). Eso mismo queremos compartir con ustedes: cómo sus oraciones y las nuestras han sido escuchadas y respondidas, para que muchos demos gracias a Dios.
En nuestro último correo, les pedimos que nos ayudaran a orar para que pudiéramos vender el carro. Nos asombramos al ver cómo Dios respondió a esta oración. El dinero ya estaba en nuestra cuenta antes de que el comprador siquiera lo viera. Dios hizo lo que nosotros no podíamos. No solo eso, sino que también hemos sido bendecidos con un carro que nuestra familia nos ha prestado para el tiempo que nos queda en México.
También les pedimos que oraran por sabiduría para comprar los boletos. Dios fue tan bueno con nosotros guiándonos en la búsqueda y proveyendo boletos a un precio que se ajustaba al presupuesto que teníamos gracias a la venta del carro.
Omito los detalles para no extenderme demasiado, pero nos emocionamos al ver la mano de Dios en “nuestros” asuntos. Hermanos, el Señor nos escucha, está atento a nuestras oraciones y se deleita en obrar a nuestro favor. No siempre nos dice que sí, pero aun su “no” está lleno de bondad.
Gracias a Dios, ya tenemos fecha de salida. Estamos muy contentos de volver al campo donde Dios nos tiene sirviendo, aunque muy tristes por despedirnos de muchos de ustedes por un tiempo. Con la ayuda de Dios, esperamos comenzar el viaje a finales de agosto.
Hermanos queridos, aunque la familia Hernández es la que aparece en las fotos, ustedes son parte fundamental de la obra que el Señor está haciendo. Sus oraciones llegan al Padre, y Él abre puertas para que el evangelio se propague. Su generoso apoyo permite que nuestra familia se sostenga. Hemos sido muy bendecidos a través de ustedes. No somos los Hernández haciendo la obra, somos el cuerpo de Cristo trabajando en conjunto para que otros le conozcan y le den gloria. Es un privilegio ser parte del cuerpo en el rol que nos corresponde.
Nos gustaría, de ser posible, que nos hicieran un favor. ¡Queremos que ustedes también salgan en la foto! Apreciaríamos mucho si pudieran enviarnos una foto de su congregación, familia o persona que esté colaborando de alguna manera en esta obra. Deseamos que todos tengamos presente que estamos trabajando juntos con un mismo propósito.
Gracias, hermanos, por su participación con nosotros. ¡Que nuestro Dios sea glorificado en México, en Estados Unidos, en España, en Papúa Nueva Guinea y hasta lo último de la tierra!
¿Cómo pueden orar?
¡Gracias a Dios por la visa de Jacob, la venta del carro y la compra de los boletos!
Oren por energía y buen ánimo en la mudanza: al empacar, entregar la casa y alistarnos para el viaje.
Ponemos en manos de Dios nuestros vuelos. Que Dios permita que no haya contratiempos.
Oren por las despedidas. Por nuestra familia (mamá, papá, hermanos, etc.), por nuestros hijos al despedirse de sus amigos.
Oren para que nuestros ojos estén fijos en Jesús.
¡Gracias por servir junto a nosotros!
Por Su misericordia y para Su gloria,
Isaac, Claudia, Jacob y Emma Hernández
Testigos de un Dios vivo en Papúa Nueva Guinea